Naturaleza y fondo del mar…

Desde la ventana de la habitación del décimo piso, se observaba la huella de la presencia del mar.

Había permanecido allí, no de forma estática, sino todo lo contrario, con un repetido movimiento de las olas que golpeaba sin cesar sobre la arena, las rocas, piedras maravillosas del suelo patagónico.

Allí quedaban plasmadas, las “algas”….

Parecía un relato viajero, donde el agua se escondía y las movía, las arrastraba y contaba una historia con cada una de ellas.

Con su propia particularidad, vivían su experiencia hasta quedar allí, determinadas, estáticas, porque la marea bajaba, el mar se retiraba y su huella dejaba.

Las obras se entrelazan entre sí, conectadas, unidas por la suave textura de las telas inundadas con el agua del mar. Un mar revoltoso, que va, que viene con su sonido característico, único, placentero, nostálgico, infinito.

Hoy observamos al mosaico de la mano de lo textil, generando una fresca armonía que provoca formas orgánicas atravesando el recorrido infinito de los mares.

Las artistas se proponen un desafío en donde se enfrentan por un lado, la calma con la cual cada tesela es presentada, ubicada, pensada para cada espacio; en donde cada pedacito de tela envuelve el material, lo acaricia, lo recorre.

Y por otro lado, la prisa, lo vigente del momento, manifestado por ese mar revolucionado que no da tiempo, que te lleva, te arrastra, que no para.

La técnica del mosaico es milenaria y hoy, representa otra búsqueda más, otra necesidad de expresar el movimiento, el tiempo, de la mano de la naturaleza, del mar….